Una amplia muestra de la fauna pirenaica, especialmente la ligada a los hábitats alpinos y subalpinos de la alta montaña, se halla presente en el Parque. Se han catalogado hasta el momento, un total de siete especies de anfibios, trece de reptiles, cuatro de peces, al menos ochenta aves nidificantes y más de cincuenta mamíferos.
El quebrantahuesos, rapaz osteófaga amenazada, cuenta con varias parejas reproductoras dentro del Parque. El águila real, la chova piquigualda y el buitre leonado son aves de costumbres rupícolas en un desafio permanente al vértigo. En las aguas frías de ríos y barrancos, viven las abundantes truchas o el endémico tritón de los Pirineos.
La rana pirenaica fue descrita como nueva especie para la ciencia en las inmediaciones del Parque en el año 1992. Marmotas y manadas de sarrios son mamíferos fáciles de observar en los altos pastizales subalpinos. En las zonas más altas el gorrión alpino, el acentor alpino, el treparriscos y el lagópodo alpino entre otras especies logran soportar las difíciles condiciones de estos medios boreales.
En el Parque Nacional encontramos un verdadero muestrario de plantas con más de 1.500 especies de la flora pirenaica. Ordesa y Monte Perdido podría ser definido como un gran jardín botánico de montaña donde conviven especies comunes, y no por ello menos bellas, con otras endémicas o exclusivas de estas montañas, como es el caso de la madreselva de los Pirineos, la corona de rey o la oreja de oso, especie relíctica de épocas tropicales que prospera en las húmedas fisuras de los roquedos calizos.
Una innumerable variedad de especies crece por todos los rincones del Parque, en las altas cimas, entre las grietas de las rocas o a la sombra de los hayedos. Estas plantas florecen cuando la estación más adecuada y benigna presta su calor a la vida, a medida que la nieve se va fundiendo. Prímulas, gencianas, lirios, siemprevivas, saxífragas, potentillas, merenderas... son algunas de las más singulares.
Los fondos de valle están tapizados generalmente por los bosques. El haya, el abeto blanco o el pino silvestre son especies dominantes, y su distribución depende de la orientación y características de cada valle. A la orilla de los ríos aparece la vegetación de ribera, amante de la humedad, con sauces, abedules, fresnos, etc. En el Cañón de Añisclo las encinas y las hayas intercambian “sus pisos naturales” debido a la inversión térmica, mientras el pino silvestre o royo gana terrenos aprovechados antiguamente en el valle de Escuaín, y el pino negro emplea todas sus estrategias para sobrevivir en el límite de la vegetación arbórea.
Los puertos o estivas de la alta montaña albergan la mayor biodiversidad del Parque, lugares donde, desde hace siglos, el hombre con sus ganados viene aprovechando este importantísimo recurso natural.
Recorrer el Valle de Ordesa desde una posición elevada, permite apreciar como la erosión contribuye a modelar un paisaje único.
Vídeo gracias a: Visual Graff Producciones
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